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Evitar dolor de pies en Trekking de varios días.

1. Cuida las zonas más delicadas de tus pies: ¿cómo evitar las ampollas?

En el senderismo o en montaña que requieren hacer grandes distancias a pie tienes que ser consciente en todo momento de tus pies. Si sientes algún tipo de rozadura es necesario que pares inmediatamente antes de que se formen ampollas.

Durante un largo recorrido, un par de paradas durante los primeros kilómetros molestarán menos a tus compañeros que escucharte quejarte a medida que comiences a cojear e ir lento durante el resto de la caminata.

Primero, se consciente de esos puntos donde las botas te sueles hacer daño. Tras comenzar la caminata, ponte parches para ampollas o esparadrapo en esas zonas. Una vez hayas empezado la ruta, si notas en otros puntos molestias, quítate los calcetines y las botas, seca el área afectada y aplica lo mismo en esa zona. Mientras caminas, controla esas zonas, especialmente si sientes que los parches o es esparadrapo se cae, para y vuelve a ponerlos.

2. Manténlos secos

Comienza con los calcetines apropiados, la mejor opción es la mezcla de una revestimiento sintético que absorba la humedad y la lana. Luego, intenta mantenerlos secos y limpios. Existen polainas que se ponen alrededor de la bota y la alejan de la humedad y la suciedad del ambiente.

En cuanto a los pies recalentados, si te sudan, quítate las botas y los calcetines durante los descansos y, si puedes, enfríalos con agua y elévalos. Considera antes de salir llevar un par extra de calcetines y cámbiatelos durante los descansos ya que la piel húmeda incrementa la fricción y la fricción causa ampollas.

Enjuaga los calcetines en un río y cuélgalos de tu mochila. Este truco, no solo te asegura otro par de calcetines limpios para cambiarte sino que alejarás a otros senderistas de ti.

3. Acostúmbrate a ellas

Aún con las botas más perfectas tardamos en acostumbrarnos. Cuanto más rígidas sean más tardaremos en hacernos a ellas.

Los pliegues que hacemos a las botas le darán forma para toda su vida, así que procura hacerlo bien. Llévalas en casa con los calcetines que usarás para el senderismo y asegúrate de que la lazada aprieta bien la lengüeta, que deberá quedar plana. Luego, comienza con caminatas cortas y, progresivamente, aumenta la distancia.

Si el cuero nuevo de tus botas de está matando y no quieres comprar un nuevo par, intenta arreglarlo: Remoja tus botas con agua caliente antes de ponértela con los calcetines. Un pie húmedo en una bota húmeda no es nada bueno para comenzar y creará ampollas. Pero moldear una bota a tu pie puede ser tu último recurso.

4. El ajuste adecuado

Una bota bonita que se ajusta mal es mucho peor que una bota fea que encaja perfectamente con tus pies. Básicamente, es necesaria una bota que agarre todo nuestro pie pero que no oprima los dedos. Debe estar lo suficientemente apretadas como para que no salgan ampollas pero con espacio para los dedos, pues sino, cuando bajes una ladera te destrozarás las uñas.

Primero, tanto la anchura y el tamaño que necesita la bota para que no oprima tu pie. Con ello en mente, cuando te pruebes botas es muy recomendable que lo has con los calcetines que usaras durante tus rutas. Si la bota es muy ancha, tu pie se escurrirá dentro y si es muy ajustada tendrás calambres. También tienes que tener en cuenta que los pies tienden a hincharse durante las largas caminatas.

Ten en cuenta tus dedos de los pies. Cuando vas cuesta arriba no tienes por qué preocuparte mucho de tus dedos. Pero cuesta abajo, si tus botas son muy pequeñas tus uñas chocarán contra la bota, y puede que se vuelvan negras. Cuando estés en la tienda probándote botas, asegúrate de que puedes mover los dedos. Después desata la bota y empuja tus dedos hacia delante. Debe haber un dedo entre el talón y la parte posterior de la bota.

Por ello, ten en cuenta que comprar las botas adecuadas para ti a través de Internet es imposible, al menos sin probártelas.

5. Las botas correctas

Igual que no puedes bailar el Cascanueces con botas tampoco puedes hacer senderismo con zapatillas. Lo más importante es considerar que las botas de trekking deben ser rígidas. Puedes sentirte capaz de salir con las zapatillas de correr, o las de trail running o las botas de excursiones de un día, pero con la mochila a cuestas necesitarás algo más duro entre tus pies y las rocas del camino. Además, tus tobillos soportan el peso de tu cuerpo, no el peso añadido de la mochila. Así que, necesitan ayudarles con botas altas que además te aislaran de la suciedad y de las pequeñas piedrecitas que pueden causarte ampollas si se te meten dentro.

Por supuesto, en la propia categoría de botas rígidas de caña alta existe un montón de opciones, desde las más veraniegas hechas con nylon y piel de ante hasta a las compatibles con crampones.

 

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